En momentos de Liga de las Americas para Malvin de Uruguay, publico aquí el análisis que escribiera para la revista del club en ocasión de la disputa de Semifinal de Liga Sudamericana en Montevideo. Malvín sigue con su proyecto a nivel internacional y hoy está vivo en el máximo torneo continental para intentar seguir creciendo a ese nivel.
Malvín sigue su
marcha y se preparó para otro gran intento de ganar un Torneo Internacional. El
listón está alto en cuanto a desafíos deportivos porque ya se ha ganado a nivel
local, se ha logrado el bi-campeonato que, a decir del gran Nelson Iglesia, es muchísimo
más que el doble de difícil que salir campeón. Lo difícil de ubicar el nivel
deportivo en relación a los progresos que haya
mostrado el básquetbol
internacional en un año de competencias, esta vez parecía alentar una
mesurada confianza para soñar con logros concretos.
La actuación del
año pasado había deparado un 4º puesto en Liga Sudamericana y este año parecía
venir bien la vuelta para los azules. Luego de una serie perfecta en el inicio,
Malvín demostró y demostróse a sí mismo que estaba aún mejor de nivel que en
2014 y el esfuerzo denodado de la Institución para seguir mejorando lograba
traer a Montevideo la serie semifinal. Malvín enfrentaba a dos equipos
argentinos, para nada imbatibles según los últimos resultados, y al peor brasileño,
en teoría, si pudiésemos guiarnos por la pasada Liga NBB del país norteño. Sin
embargo siempre es difícil saber donde uno está parado y donde están parados, o
mejor dicho surfeando hacia adelante en función del desarrollo que van
adquiriendo las diferentes competencias de nuestra América.
Así la primera
dificultad surgía en la confección del Fixture que corresponde al organizador.
Se optó por colocar como teóricamente más difícil a Obras Sanitarias, dejándolo
para el final. Parecía ser Quilmes de Mar del Plata el más débil y sin duda lo
fue. A Malvín le tocaba enfrentarlo con los nervios del debut y la incógnita
del verdadero nivel de ese equipo. Fue un primer tiempo parejo, con cierta
solvencia defensiva que demostraban los uruguayos azules, ante las consabidas
ofensivas fijas, elaboradas y pacientes, que suelen presentar los equipos
argentinos. Así apareció el habitual tercer cuarto malvinense, sólido en
defensa y con fluidez ofensiva para encontrar
la racha de porcentaje justo cuando la distribución de pelota parece
hacerse fácil entre las varias individualidades que Pablo López ha logrado
conjuntar en sabiduría y capacidad de decisión, aún bajo una presión
determinada. El equipo fue ampliando las ventajas, estirando para poder rotar
plantel, dar participación a todos los chicos y generar minutos de actividad
internacional, aún con jugadores todavía muy jóvenes, pero que suben así un
escalón de desarrollo (8 minutos de Santiso, 10 de Souberbielle y 3 de
Pomoli). Los pivots habían aportado
buenas acciones, con 16 puntos de Hoskins y 10 de Francis, en el puesto donde
todavía parece quedar cierto margen de duda.
La segunda
jornada, luego de haber visto como Uniceub mostraba su enorme superioridad ante
Obras Sanitarias, parecía más difícil de lo que muchos habían pensado. Es que
hoy no se puede negar que el NBB brasileño es la liga más fuerte después de la
NBA en las Américas, habiendo desplazado claramente a la LNB Argentina. En competitividad, en presupuestos y, por
consiguiente, en proyección de jugadores. Así un equipo como Uniceub, que tiene
al interminable Guilherme Giovannoni y al dos veces goleador de la Liga,
Cipollini, ya no es el de mayor presupuesto ni mucho menos, además de estar en
proceso de reconstrucción deportiva. Pero esa competencia tiene otro desarrollo
y eso influye en muchos aspectos del juego. Así cuando defienden un recorrido
para negar el pase al tirador, lo hacen en otros tiempos, también recorren muy bien los tramos de rotación
defensiva, por lo cual llegan a tapar donde otros no llegan. Son más altos y
más rápidos pero además, y eso es lo fundamental, necesitan en el día a día esa
velocidad, esa capacidad de trabajar a una altura superior, ese contacto fuerte
y a la vez aceitado para poder zafar de lo físico y establecer el recorrido de cuatro
o cinco metros, sacando centímetros de ventaja. Son capacidades que se
desarrollan sólo si son necesarias; y
para ellos son necesarias todo el año.
Toda esta introducción viene a intentar explicar ese primer
cuarto de Malvín – Uniceub, donde decidieron maniatar a Nicolás Mazzarino y
este tenía que chocar, con uno y otro, además de superar en carrera de pocos
metros a su propia asignación defensiva, para no poder recibir muchas veces, o
para recibir con el hombre muy pegado y ya neutralizada la posible ventaja de
su recepción. Lo mismo ocurría con Kennedy Winston. Toda mínima ventaja obtenida en la recepción
de pelota, sin más era neutralizada con un cambio de hombre eficiente y duro,
sin que sufra por ello ningún emparejamiento negativo el plantel norteño. Por
otra parte, los grandes contratados, Hoskins y Francis, ya son de un
atleticismo muy alejado de lo que hoy se requiere para competir contra grandes
brasileños o argentinos. Tan solo nuestro Matías Calfani parece estar recorriendo
ese camino de progreso, frente a la regresión en ese sentido que expresan los
extranjeros que uno puede contratar en nuestro medio.
Todas estas dificultades que señalo intentan explicar una
cierta dificultad para golear, para controlar el tiempo de juego y, por
consiguiente, para poder pararse mejor cuando viniera el tiempo defensivo, de
mayor esfuerzo requerido frente a la estructura de juego de Uniceub. –Aún con todo eso, Malvín recibió 25 puntos,
es cierto, en ese primer cuarto, pero con un esfuerzo final llegó a ponerse a 4
puntos, con 21 convertidos en ese período inicial. Para el segundo cuarto vinieron alternativas
de un lado y otro, llegando Reque Newsome a una actividad defensiva más
dinámica pero con una cierta limitación ofensiva, que se hacía evidente en todo
el equipo azul, a medida que pasaban los minutos. El correcto scouting del equipo brasileño,
sumado a una rotación que ponía en cancha integraciones defensivas, aunque
igualmente altas y fuertes, hacían
decaer el goleo uruguayo. La sequía comenzó a preocupar y las ofensivas fijas
parecían quedar muy repetidas y apretadas contra el reloj de posesión. Para eso vino un ingreso ”revulsivo” de
Fernando Martínez que rompió líneas, dio asistencias sorpresivas y hasta colocó
un triple desde el pique, en la cara de su defensor. Eso sacudió un poco a su
equipo y le permitió acercar diferencias, que pudieron ser más abultadas. El
final de ese 2º cuarto ya entonó los recorridos de los jugadores malvinenses,
que defendían mejor, cortaban más rápido y lograban meterse en el ritmo que
proponían los brasileños, a fuerza de testearse con ellos y generar una especie
de reformulación psicofísica de las acciones deportivas a desarrollar. El parcial de 48 – 35 anunciaba que Uniceub
seguía goleando en promedios cercanos a los 100 puntos y lo que había bajado
era el goleo locatario.
Sin embargo ese tiempo inicial fue suficiente para que
Malvín se convenciese de que está a la altura, a través de un despliegue
conmovedor en defensa y una fluidez ofensiva que aparecieron para el tercer
cuarto. Una vez más el vestuario parece haber operado positivamente para un
equipo que está sano, que utiliza las charlas para mejorar y que se convence
que, de a poquito, siempre se puede mejorar ya mismo y no esperar a un próximo
partido o torneo. Así desarrolló su básquetbol de conceptos ofensivos modernos,
con lectura mucho más ajustada a las reacciones del brasileño, aplastando 24 –
16 en el tercer cuarto y logrando un cuarto final de gran entrega defensiva,
que dejaría en 13 puntos a su rival.
El final, párrafo aparte para decisiones y economía de
errores que hacen al triunfo o la derrota, con tres defensas consecutivas en
las que Malvín, con ventaja en el marcador, recibe gol (uno de ellos de
Guilherme picando de cancha a cancha por el eje) sin que nadie los cortara,
teniendo solo tres faltas colectivas y una para dar sin que implicara tiros
libres. Esa es la única parte que duele un poco.
Como análisis final, derrota con score de 77 - 75 en contra, en un cierre parejo, con
Malvín demostrando ser solvente para llevar ese partido hasta la definición y
un cúmulo de errores finales que no permitieron la consecución de un triunfo
que perfectamente pudo haberse dado.
Ultimo partido ante Obras Sanitarias que pudo haber sido
difícil de encarar desde el punto de vista de la concentración. Sin embargo
Pablo López tuvo que enojarse tan solo en el primer cuarto, ante cierta
displicencia seguramente inconsciente de los jugadores. Ya el segundo cuarto mejoró Malvín y confirmó
en el segundo tiempo, que hoy está por encima de Obras Sanitarias en el entorno
de los 10 a 15 puntos de ventaja. Por juego, por integración y por solidez
colectiva.
Jugada la otra serie, quedó determinado que el mejor
básquetbol a nivel de clubes sigue estando en el Cono Sur, que la Final entre
San Martín de Corrientes y Uniceub de Brasilia no será una final entre los
actuales dos mejores clubes de Brasil y Argentina; pero también queda claro que una vez más,
queda muy cerca de colarse un equipo uruguayo. Ese equipo que hoy se ha ganado
un nombre a nivel sudamericano y que viene
avisando, año tras año, que pretende seguir mejorando. Este año logró Malvín el 3º puesto a nivel de
Liga Sudamericana. Ello mejora el 4º puesto logrado el año pasado y solo
nosotros sabemos lo cerquita que se estuvo de disputar la final esta vez. Pero
me quedo con la reacción de Malvín en el intervalo del partido ante Uniceub,
mostrando que la única manera de superar esa costumbre que otros tienen de
jugar a un mejor nivel, es jugando contra ellos. Jugando siempre y figurando en
ese concierto sudamericano del que Malvín ya no quiere bajarse.
Por ello dejo para otros comentarios, la riqueza que esto
supone para el resto de las actividades de la Institución, no relacionadas con
el Básquetbol Profesional, además de postergar también algún análisis que
habría que hacer, de todo lo que significa la apuesta Malvín para el básquetbol
uruguayo. Me conformo con ver un
entrenador y sus jugadores queriendo mejorar siempre, sin llorar, sin quejarse y
planteándose desafíos futuros todavía más difíciles, en los que seguramente
seguirán siendo apoyados por la dirigencia y la Institución toda, rodeados de
la gente de Malvín, esa que valora, festeja, apoya y no tiene urgencias para
esperar un próximo festejo.