La estatua de Red Auerbach el gran entrenador de la época de oro y luego el manager de la segunda época, la de Bird y compañía, se sumó al color verde que pinta la vida de esa ciudad en estos días. Ese espíritu indomable que sabía transmitir Red a aquellos equipos y a la histórica franquicia parece que hubiese aflorado justo en el último partido, trayendo desde el banco un soplo de "garra" bostoniana, la que mostró el dúo revulsivo de Davis-Robinson. Pero ganar finales de la NBA no se logra solo "metiendo" y en Boston lo saben. Por eso la veneración a través de la estatua para ese cerebro del básquetbol, una vez más, en reconocimiento de la importancia del entrenador, en este caso el que ayudó a construir la leyenda. La ciudad lo sabe.
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