Cuenta la leyenda más reciente de la NBA, atinente a esta Superfinal que se está disputando entre los dos equipos más laureados de la historia, que cuando en serie regular Boston Celtics visitaron a los Lakers en el Staples Center de Los Angeles, el entrenador Celtic Doc Rivers cerró la puerta tras haber ganado aquél partido en plena recuperación del equipo verde de boston y pidio 100 dólares a cada uno de sus jugadores y periféricos del equipo. Tomó un sobre y escondió en un falso techo del vestuario ese pequeño fajo conteniendo 2.600 dólares. Luego pidió silencio, hizo la charla de motivación final y prometió en nombre del grupo volver a ese vestuario para recuperar el dinero este mismo año. Como los Boston Celtics integran la Conferencia Este, la única forma de volver a enfrentar a los Lakers era en la final anual, a la que todos presumían que llegaría el equipo de Los Angeles, incluso con mayores facilidades de las que finalmente tuvo en los playoff.
Lo que parecía realmente difícil era pensar en unos Celtics finalistas de la NBA. primero debían asegurar la clasificación, luego mejorar los cruces y finalmente debieron superar la desventaja de cancha en los difíciles playoff de Conferencia. Seguramente ahora todos juzgarán a Doc Rivers en función de los resultados de esta serie actual ante Los Angeles Lakers pero solo él y muy pocos más fueron tan exigentes consigo mismo como para automultarse en caso de no llegar a la final. Nadie le hubiese exigido este resultado ya logrado, en aquella instancia. Sin embargo él halló la manera de exigirlo al interior de su equipo. Eso es lo difícil de lograr para el entrenador, y más en un medio donde los triunfos ya no son una única motivación porque ya han llegado, y el dinero menos aún porque sobreabunda en los contratos. Más allá de si esto es verdad o no, me parece una manera muy creativa de significar lo que tan solo el entrenador puede exigir y exigirse.
Por eso los admiro y admiro esta profesión. Porque el entrenador está obligado a creer cuando ya nadie cree, a transmitir cuando se han cortado muchas comunicaciones, a encontrar la imagen justa cuando todo se ve borroso. Si no tiene suerte en esta serie, seguramente será criticado y muchos verán cosas que él podría haber hecho y no hizo. Sin embargo siempre está claro para todo el que quiera ver las cosas como realmente funcionan, que el único habilitado para hacer críticas a su trabajo en la final será él mismo y nadie tan crítico como él. Ganando o perdiendo. Lo demás serán opiniones parciales, carentes de toda la información y absolutamente carentes de valentía. La que valía era poner 100 dólares en aquél sobre. Y esa ya está ganada.
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