La historia es conocida. La estructura deportiva define si una disciplina crece, se mantiene, decae o incluso desaparece. En Uruguay lo pueden decir muchos deportes. Por ejemplo el vóley, casi extinguido. O el rugby, en franca expansión. El básquetbol en Uruguay siempre fue el segundo deporte. Ocurre que el primero está muy alicaído. Y me parece que el repunte de esta temporada responde a una mejoría muy importante de uno de los dos equipos que lo dominan. Lo cual es buena señal circunstancial pero no resuelve el tema estructural. En nuestro deporte existe en Salto sobrada historia y conocimiento de cuál fue y es la realidad. Yo recuerdo haber llegado a la ciudad con 11 equipos de básquetbol, un fuerte equipo de juveniles que ese año ganó el Litoral y salió campeón del Interior. Al año siguiente fue el Campeón Nacional de juveniles aquél equipo dirigido por Bernardo Zuchi que derrotó en la selección de Montevideo a jugadores de la talla de Osky Moglia, Gustavo Szczigielsky, etc. Los barrios salteños jugaban al básquetbol y clubes como River Plate, Peñarol, Osimani y Llerena, entre los que recuerdo conformaban una estructura local de fuerte y atractiva competencia dividida en 1ª y 2ª División durante años. La organización fue desflecándose y la situación social y económica del país logró el resto: concentración en apenas 6 clubes de zonas residenciales o céntricas y descenso progresivo del nivel, la cantidad de jugadores que lo practican y la calidad de los mismos. También, y por consiguiente, cada vez menos dirigentes, delegados, jueces, entrenadores, etc. Y la concurrencia e interés del salteño fue mermando hasta casi desaparecer.
Un esforzado grupo de dirigentes viene trabajando en la Liga Salteña desde hace unos años y logra, de a poco, ir revirtiendo la situación. Esto implica mayor competencia, más nivel de los equipos y mayor exigencia en el entrenamiento y nivel de juego. Todavía no se ha logrado arrimar gente a las tareas periféricas, como delegados, etc. Este año recién se ha logrado convocar a algunos jueces aprendices y el número de practicantes de este deporte crece otra vez, aunque sin mayores números y sin lograr la ansiada masificación que no puede ni siquiera encararse en los barrios no basquetboleros, que en Salto son la mayoría y concentran más del 80 % de la población. La tarea no tiene que decaer.
La formación de una Comisión de Básquetbol en Ferro, club que tenía un poco raleada la parte directriz en la disciplina, como el retorno del, a nuestro juicio imprescindible, “Chipo Ferreira” a la estructura de Formativas del Club Universitario y el retorno en barra de varios dirigentes de Salto Uruguay que fueron históricos en la rama básquetbol y acumularon la experiencia profesional del club, exitosa por donde se la mire, se suma al trabajo pujante de hace algunos años en Nacional con el “especialista” en llenar de gente los categorías Atilio Lima, el retorno de Jorge Castagnaro a Círculo Sportivo con grandes valores muy tapados últimamente pero seguramente listos para dar sorpresas con el Profe en el timón del club. Dejamos para el final un ejemplo de trabajo en grupo como es Juventus, cerrando casi definitivo su estadio y mejorando el piso como metas para este año, además de desarrollar un gran trabajo de convocatoria en un barrio, hoy el único, alejado del circuito excesivamente elitista de nuestra disciplina en Salto. Parece que por ahí hay suficiente trabajo y posibilidades de seguir mejorando. Se necesitan planes para poder ampliar los objetivos y definir caminos de futuro.
La oportunidad la veo por el lado de la Liga Salteña, hoy con entrenador designado y full time en la persona de José Luis Testa. “Jose” tiene formación, sigue ampliándola y tiene llegada a todos en nuestro ambiente. La aceptación de su trabajo parece general y fuera de toda discusión. Es el momento de utilizar esta ventaja que otorga el proyectado nuevo Campeonato Nacional de Selecciones Departamentales, para generar un proceso masificador de salida del coto exclusivo en el que el básquetbol se mueve desde hace años. Este Campeonato está proyectado para disputarse por tres años, con sponsorización asegurada y se me ocurre que puede ser la excusa para, ya que tenemos entrenador en la roja salteña, generar un proyecto de trabajo que trascienda al propio torneo para el cual se logró la designación. Es un pensamiento en voz alta, sin mucha elaboración detrás que la que aquí anunciamos. Pero podemos, al menos, pensar un poco el futuro.
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