Primera felicitación para el básquetbol salteño todo. En primer lugar a los clubes, los que han hecho crecer esta organización. Más específicamente ahora, a los dos clubes que llegaron a la final, con diferentes procesos y diferentes apuestas en lo deportivo, pero con el mismo resultado en cuanto a la riqueza que han aportado en esta definición y ya repitiéndose a lo largo de un ciclo de varias temporadas en ambos casos. A Círculo Sportivo felicitaciones por esa idea de continuidad, mucho tiempo Jorge Castagnaro como rector de los proyectos en lo deportivo, arrastrando la continuidad de jugadores claves en todo lo que se ha podido. Le tocó perder esta temporada a Valentín Luzuriaga y Leonardo Félix, nada menos, lo que sin embargo decidieron enfrentar con más jugadores propios; Silveira, Grille desde la renovación, Avellanal, Tauré, Sebastián González desde la experiencia y el eje alrededor del cual se montó el equipo: Renzo Giacometti, ya insertado en el equipo como un líder que es en la vida y también con proyección hacia la construcción de procesos dentro del mismo club.
El proceso “rojo”
Lo más fácil es felicitar al Campeón, el equipo que ganó al final, el Universitario de calle Brasil, que en ella festejó hasta altas horas de la noche este nuevo triunfo. Llega a partir de la continuidad de un proceso. También largo en la dirección de Ricardo Corbella en la cabeza deportiva. Pero el propio Corbella junto a Martín Mascari, “Nego” García, Chipo Ferreira, “Traca” Andrade y algún otro que se nos puede escapar, han diseñado una continuidad de esfuerzo para crecer deportivamente. En este caso con mayor apuesta a las contrataciones. La vuelta de Valentín Luzuriaga, Federico Scaparoni y Diego Cervieri junto a la contratación desequilibrante para el medio de Leonardo Félix hicieron este año la base sobre la cual Corbella comenzó a trabajar. La idea defensiva del equipo se fue afirmando. La serie regular ponía más y más seguridad en el éxito de ese juego a partir de la defensa. La U corría y goleaba. Luego agregaron los extranjeros: el argentino Ariel Blank sumó el plus definitivo. También fue importante Jabbari Mathews que llegó para sumarse en estas tres últimas semanas. Es muy poco para insertarse como jugador de rol, en un equipo que solo eso le pedía. Cumplir funciones específicas en tiempo de adaptación récord fue posible gracias al gran desprendimiento de este jugador. Así el argentino hizo jugar a todos. Vino la mala reacción de la semifinal. Fue justo delante de nosotros y vimos lo mismo que el árbitro que lo sancionó. Suspensión y puesta en riesgo de la obtención del logro por parte del equipo que lo contrata.
Definición en los dos últimos partidos
Pero Blank logra volver y cumplir con creces, a través de un fenomenal segundo tiempo en el partido cuatro y de un manejo finísimo de la batuta de “director de orquesta” en el último, con goleo incluido. La creciente madurez y el afán por prepararse y abrir su cabeza le dieron al coach Ricardo Corbella lo que faltaba a este equipo. Corbella fue convenciendo de que esto va de a poco. Los jugadores rojos fueron entendiendo que no basta con ir punteando todos los meses de la serie regular. Y entonces pudieron sobrellevar la novedad de encontrarse debajo de Círculo en la definición: primero 0-1 y luego 1-2 perdiendo los dos juegos como locales. Estaba la “U” match point en contra y nosotros escribíamos con la sensación de que Círculo había perdido su oportunidad. Fue en el partido dos que tuvo casi liquidado y con un par de pelotas perdidas cedió la posibilidad del descuento en su propia cancha. Luego volvió Blank y el tercero fue una demostración de tácticas acertadas: la U cambió ese “correr siempre” que era gran negocio en cancha abierta pero funesto para sus intereses cuando había que atacar posicional. Las integraciones que logró Corbella fueron obligando a jugadores de mucho (demasiado) tiempo de posesión con el balón en sus manos, a que comenzaran a jugar sin él. Blank distribuye, Luzuriaga juega como primera descarga perimetral y Félix como descarga interna. Eso deja a Scaparoni, Cervieri, Artegoytia, etc, con posiciones lejos de la pelota y posibilidad de aprovechar la circulación de ella a partir de los desequilibrios defensivos que estos tres jugadores clave de la U generan. Así Cervieri puede golear más que en otros partidos casi sin forzar definiciones o exagerar su posesión de pelota. Lo mismo para los minutos con Jabari Matthews en cancha: el moreno recibiendo interno y concentrando tres defensores para circular y permitir lucimiento de sus compañeros en el perímetro. En los últimos partidos también demostró gran capacidad de pase a los cortadores al cesto, logrando con Luzuriaga una serie de goles muy interesantes a partir de ese formato. El resto fue sabiduría para aumentar los segundos de posesión de pelota en la ofensiva. Esto tiene como contrapartida el hecho de que Círculo Sportivo se encontró en los partidos 4 y 5 con muchos más segundos en los que tuvo que jugar defensa. Con el desgaste para sus dos figuras internas más importantes (Giacometti – Etchenausse) vino también la infructuosa búsqueda de una idea defensiva que permitiera a Círculo mantener al imprescindible Avellanal en cancha. Es que la U les hizo pagar caro el emparejamiento que lo ponía al base a defender a Blank, luego también a Luzuriaga o a otros jugadores más corpulentos. Todo eso daba como rédito el alargue en los tiempos de posesión para la U. Corbella lo pidió Blank se sumó a Luzuriaga y Félix en la idea a transmitir dentro de la cancha y Universitario ejecutó posesiones que rondaron los 20 segundos cada vez que la ofensiva no era generada a partir de un éxito defensivo con corrida y bandeja. Para completar vino la cultura de “un pase más”. Y esto fue el broche de oro en el crecimiento del juego rojo. Ahora la circulación de pelota ponía a un definidor en situación y esto concentraba atención defensiva, pero todos daban el famoso “extra pass” que tanto reclaman los entrenadores norteamericanos, con lo cual se terminaba de derrumbar la moral defensiva azulgrana. De nada valieron los cambios de integración inicial que ensayó Castagnaro para el partido cinco. Al contrario, fueron funestos frente al rápido reconocimiento de situación que hacía Universitario; luego pusieron a Círculo a remar desde más de 20 puntos de desventaja. Eso es difícil porque se hace duro sostener las rachas. Viene una racha de descuento pero la cabeza del jugador que va debajo en el marcador siempre busca excesiva rapidez para enjugar la diferencia. Y vienen los intentos de goles que valgan 10 puntos. Esos que no existen más que en el apresurado y erróneo razonamiento del cansado jugador en desventaja. Para colmo la U sigue empecinada en tenerlos 20 segundos defendiendo cada vez que se hace de la pelota. Y así comienzan a llegar los goles fáciles para ampliar la ventaja final. El cierre de partido sin complicaciones. El triunfo, el festejo…los abrazos y alguna lágrima. La ceremonia de entrega del Trofeo “100 años del Batallón de Infantería nº 7”. Pero después alegría, caravana y reencuentro con mucho allegado al club, de esos de toda la vida, que ahora “vienen poco” pero que todos saben que están. La euforia va dejando paso a los análisis más pausados y termina una temporada inolvidable para los rojos de Universitario. Creo que todavía anda alguno festejando por ahí…
El brillo que ha logrado la Liga Salteña de Básquetbol
De nuestra parte trasladamos el festejo a la sede de la Liga Salteña de Básquetbol. Allí se reúnen los grandes triunfadores que trabajan en silencio, que logran estas estructuras, que siguen escuchando a todos y hablando poco. Pero actuando con seguridad y ejecutando mucho para mantener la idea de crecimiento en una actividad que demuestra su potencial cada vez que la dirección de la actividad va generando estructuras válidas. En el Presidente Alejandro Menoni vaya nuestra calurosa felicitación a todo el Cuerpo de Neutrales y a los delegados que se juntan allí todas las semanas, por el brillo que han logrado imprimir a este certamen 2010. Pero también por esa “olla” llena de proyectos y ganas que, sabemos, tienen en la “cocina” para seguir con este brillo y expandirlo en la sociedad salteña. Hemos sido invitados a ese festejo tan íntimo y silencioso con el que ellos despiden el año. No será un año más y ellos lo saben. El país mira a esta Liga y los salteños la disfrutan en todas sus categorías. Falta sumar más salteños a la práctica de este deporte, volver a juntar más clubes, más barrios, porque sería egoísta dejar gente afuera de esta magnífica actividad. Para eso seguirán trabajando en la Liga, pero hoy toca festejo; es entre ellos y nos colamos varios compañeros del Diario para disfrutar y verlos como disfrutan: discutiendo en voz baja, formulando nuevos proyectos, pensando en el bien ajeno y no en el propio. Cuidemos estos dirigentes; que no se cansen porque son tan valiosos como el historial del básquetbol salteño que otros construyeron, pero que ellos ahora manejan. Dejemos que cierren su festejo y esperemos para apoyar sus ideas o formular críticas constructivas que puedan mejorarlas. Ellos están abiertos y saben conducir escuchando a todos. Lo han demostrado.
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