El salteño un día fue a jugar a Ferro, como tantos niños. Muchos con grandes condiciones, otros con alguna habilidad especial para este deporte, pero fundamentalmente él tenía la capacidad de absorber todo lo que se le decía que hiciera y de tomar como un desafío el desarrollar esa capacidad. Ligó al Chumbo, exigente, puntilloso, en sus primeros años de retorno a Salto como entrenador. Este veía que ante las correcciones, los gritos, la exigencia, el salteño se desarrollaba en silencio, con disciplina, aceptando las propuestas y trabajando para cumplirlas. Entonces lo llamaron de Montevideo y el Chumbo no dudó: “lleváte a este pibe Mazzarino que, aunque es muy pibe, no errás” dicen que aconsejó a Rodolfo Kaminietsky, por aquél entonces Presidente del Básquetbol de Hebraica Macabi. Allá fue el salteño, con 15 años y mucho para estudiar, a vivir a una pensión donde era muy bien tratado, con espacio para sus estudios pero con todas las posibilidades para desarrollarse también como jugador. Aunque no vivía en el club, se movía permanentemente hasta allá para seguir agregando horas al entrenamiento colectivo, con grandes figuras pero también en solitario. Así vino el desarrollo físico, espectacular en un chico tan joven; llegaron las oportunidades y él estaba listo. Siempre va a quedar la duda de si no estaba listo antes. Porque cuando fue llamado pareció un veterano desde el primer partido. Ahora sumaba a los estudios, las prácticas de juveniles, las de mayores, los partidos, los exámenes y muchas cosas más que un joven de 17 tiene para disfrutar. Pero jamás dejó de agregar esas dos horas adicionales, por la cuenta propia, en las que seguir con ese trabajo metódico que él sabía necesario, por ser un fruto de esa metodología, a pesar de no considerarse especialmente dotado para este deporte. Llegaron triunfos, titularidad definitiva en Hebraica Macabi, en la Selección , títulos internacionales a nivel de clubes, a nivel de Selección Uruguaya, y finalmente el capitanato de la celeste. Transferencia primero a Boca Juniors, luego Italia y renovación de contrato siempre esperándolo en aquellos equipos en los que jugó en Italia. En este momento hace cuatro años que repite en el mismo equipo, en la ciudad de Cantú, en la primera división del básquetbol italiano. Es el capitán del equipo y tiene un año más de contrato pero seguramente le ofrezcan continuar al cabo de 2010. Sabe que debe seguir aprovechando todo lo que pueda porque esta carrera es finita. El año pasado había tomado una determinación: era su última actuación con la selección uruguaya, se retiraba, agradecido de todo lo que le había proporcionado la celeste a nivel desarrollo y a nivel emociones. Es que, en su planificación imprescindible, Nicolás juzga que las vacaciones bien tomadas pueden prolongar uno o dos años su participación europea. Y esos pueden ser sus últimos contratos utilizables como jubilación digna, esa que los deportistas de alto rendimiento alcanzan rara vez. Y ya siente en el físico, en la mente y en su entorno familiar la aventura de seguir de corrido todos los años para ofrendar y ofrendarse sus vacaciones como capitán de la celeste, sin el descanso a esta altura necesario. Como toda decisión la meditó largamente. Y la tomó. Fue el año pasado pero ahora surgen en Montevideo voces que piden su retorno, incluyendo una llamada al aire del colega Alberto Sonsol: “¿Nico no se puede modificar esa decisión si te la piden los amigos?”.
Del otro lado del teléfono se escuchó lacónica, una vez más la decisión del capitán: “No”.-
Y habrá que respetarla porque seguramente está bien pensada. Uruguay tiene una importante renovación. Más que nada en su puesto. Yo también prefería a Nicolás en este pre-mundial pero ¿se puede ser tan injusto con alguien que tanto dio a la celeste y al básquetbol de este país? El salteño no parece haberse equivocado casi nunca en todos los planes que diseñó para sí mismo. Todos lo disfrutamos y no tenemos derecho de pretender discutirlo ahora.
Por eso lo del título: se fue un grande y ya no lo veremos con la celeste.
A mi amigo le saltó otra pregunta: “en Uruguay sí tenés pensado terminar tu carrera a nivel de clubes ¿no?” “¿Hebraica Macabi o Welcome?¿Donde te gustaría terminar?”.-
La respuesta del salteño fue otra vez lacónica: “me gustaría terminar mi carrera en Uruguay sí, igual que como empecé, me gustaría terminar en Ferro”.
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