PARA CHUSMEAR UN POCO DE Básquetbol, entrenamiento, organización deportiva, adolescencia, vejez...
Comenzaron los fines de semana con actividades para nuestros jóvenes. Al menos para los que están enganchados a la actividad del básquetbol formativo salteño. Y eso incluye a sus padres, hermanos, amigos, todos los que rodean al ilusionado deportista, más allá de sus verdaderas posibilidades de convertirse en un crack profesional del futuro. Esos son los menos. La mayoría está “formándose” como lo indica la denominación de las categorías en las que participa. Formándose para la vida, la deportiva, la de relación, la de las responsabilidades y la de sus propios desafíos individuales. Pero seguramente lo más importante en este deporte y en muchos otros, se forma también como parte integrante de un proyecto colectivo que no solamente de goles se construye. Hay que cumplir horarios, atender al propio cuidado, alimentación, horas de sueño. Y todo esto en pos de un rato de diversión, de pasión por un juego que colectiviza y genera amistades, esas sí, aseguradas para toda la vida.- Leía en un blog español un decálogo que tiene 11 puntos. Es el “Decálogo del entrenador de “patio de colegio” según lo denomina su autor para no excluir las canchas al aire libre que, en España no existen más que en algunos colegios. El entrenador de base Alejandro Sandino nos recuerda a los muchos que amamos esta profesión y vivimos preparándonos para ello, en qué puntos debemos hacer énfasis para todo proyecto formativo. Lo transcribo porque vale la pena. Pero lo que más me gusta es el hecho de que Sandino agrega un ítem 11 a su decálogo: el que niega la verdad única de su propio decálogo.
Aquí está el texto:
1.- El éxito del entrenador no es proporcional a los partidos que gana, sino al número de niños que se divierten haciendo deporte con él.
2.- Trabajando con niños todo es posible. El pequeño crece, el malo mejora, el travieso atiende, el modesto gana ligas...
3.- Ningún entrenador tiene derecho a cerrarle las puertas a un niño que quiere hacer deporte con él. Todos son válidos, todos juegan. Paciencia, no cansarse nunca de repetir.
4.- Entender las prioridades que deben regir la vida de un niño al margen del deporte: estudiar, divertirse, estar con la familia...
5.- Cada entrenamiento es una fiesta. Inventar los ejercicios es mucho más interesante que copiarlos. Mejor si son dinámicos, entretenidos y con un porqué; que no coarten la creatividad del niño. Favorecer la competición. Enseñar a pelear con deportividad, a perder y a ganar.
6.- ¿Quién dice que lo único que puede hacer un equipo es deporte? Hay muchas más formas de pasarlo bien y aprender juntos. ¿Por qué perdérselas?
7.- Los problemas externos (con club, padres, árbitros, federaciones...) no deben llegar nunca a los niños.
8.- El entrenador debe saber que es ejemplo para los niños las 24 horas del día. En su relación con la gente, en sus hábitos, sus estudios, su vocabulario, su carácter... Ellos, sin darse cuenta, lo imitan todo sin distinguir entre lo que es correcto y lo que no.
9.- La mejor formar de progresar como entrenador es asumir personalmente la culpa de todo lo malo que le pase al equipo, afrontar los problemas y encontrar soluciones creativas que transformen esos problemas en virtudes.
10.- Trabajar más y mejor cada día, con exigencia y disciplina. Las recompensas llegan si no las esperas.
11.- Aunque el entrenador escriba un decálogo siempre tendrá miles de cosas por aprender y por mejorar. Su verdad no es la única.
Capítulo aparte para los Árbitros
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