SALTODEPORTIVO

jueves, 19 de marzo de 2009

Campeón por segunda vez, consecutivamente y con barrida















Si Biguá de Villa Biarritz festeja de la forma que vimos por televisión, merecido lo tiene y por sobre todo muy gratificante para el ejemplo que significa en el básquetbol uruguayo. Y me detengo especialmente en la usual crítica que surge en nuestro país: "con la guita que gastan son imbatibles" "qué gracia tiene ser campeón así" etc. 
Tiene mucha gracia. Y tiene una lógica. Este equipo tiene un aura que parece ser legada de mayores a menores; nos referimos a quienes manejan el área básquetbol. No voy a innovar si digo que, mirando la consagración por tele desde Salto, se me abalanzó la imagen del gran Tito Colom, ex delegado, dirigente, presidente y todo lo que se puede ser en un club esencialmente de básquetbol como era Biguá desde sus orígenes. Y Tito se me ocurre bisagra en una historia del club que adivino un poco por desconocerla realmente. Pero recuerdo la primer "remada" que yo conocí. Aquella que comenzó a pelear por un ascenso a 2a desde la vieja y valiente 3a de Ascenso. Y recuerdo a algunos de aquellos "verdaderos guapos" que no sé a qué hora se levantan los lunes de mañana pero que sí se comprometían y entraban a la cancha ante quien tocara, muchas veces sabiendo que jugar era soportar toda clase de golpes; pero ganar suponía salir peleando de esas canchas. 
Biguá era número puesto y recuerdo a varios amigos y coetáneos jugando en aquellos temerarios equipos del Pato de la cancha abierta. Me vinieron también a la mente los rostro de Daniel Bascou, del Coqui Morelli, por nombrar algunos trouvillenses que se cruzaron de barrio. Pero también recuerdo a algunos más jóvenes como el Mueca Barreiro, Fernando Iribarren, Coco Brause. Desde que yo me acuerdo estaban Tito y Pancho Castellanos alrededor de cualquiera de aquellos partidos. También el "Pardo" Muñoz y seguramente me olvido de algunos pero hablo de quienes fueron referentes y aún lo son en el Backstage del equipo. 
Es que en la década del 90 habían llegado refuerzos a filas dirigenciales: fue el advenimiento del proyecto del "Profe" Moreira. Allí los antes mencionados consiguieron dinero sí es verdad, pero también una gran capacidad de construcción de equipo, no precisamente basada en el dinero aunque sí apoyada por este. A ver si se entiende lo que digo: El cuerpo dirigencial de Biguá adquirió a fines de los 80 la capacidad que hoy se valora más para contratar a un Manager deportivo incluso en Europa: la capacidad de "construir equipo". Con paciencia y tal vez a través de un proyecto que sepa esperar algunas temporadas. Sin urgencias hasta que está formado el equipo. Y ahí sí van con todos los boletos.
  La eficacia en el reclutamiento de formativas, hecho que permitió cristalizar un muy buen trabajo de casi 30 años pero que no había tenido resultados concretos en cuanto a la proyección de jugadores al equipo principal. Ya en el 90 y pico estaban Diego Nebel, Quique Cativelli, Brause, después Roney Martínez y Camilo Castro... Y vinieron los años de estar a la baja. El ciclo de todo club que ganó muchas cosas tiene dificultades en la fase depresiva de los resultados deportivos y, en muchísimos casos, no logra levantar cabeza para retomar ciclos exitosos con el tiempo. Lo más común es que le resulte imposible. Desde que yo recuerdo el básquetbol de mi país han sobrado los casos a la inversa. Ya no definieron nunca más Olimpia, Tabaré, Goes, el propio Aguada, Peñarol y capaz que alguno más se me quede en el tintero. 
Sin embargo en Biguá estaba la semilla. Siguió Tito Colom trabajando con integraciones que apenas peleaban para mantenerse alejados del fondo de tabla. Sin embargo vino la sorpresa de aquél Biguá finalista ante Welcome. Con un "casi" que parecía un trofeo ganado, a pesar de que en el último partido el básquetbol puso su premio en el que debía ganar a jerarquía de plantel y posibilidades. Biguá estaba avisando. 
Siguió el trabajo, surgieron nuevos dirigentes entre los que se destacó notoriamente el Pato Abeal. Y un grupo más de jugadores y jóvenes trabajadores por el proyecto. La búsqueda de entrenadores estables, la intención de mantenerse lejos de las contrataciones onerosas de foráneos al club. Años de espacio para más jugadores del club y la apuesta que decidieron hacer por su propio esfuerzo dos valores de la casa: Martín Osimani y Leandro García Morales. Eso para Biguá fue también un poco de suerte. Se fueron a Estados Unidos y se formaron allá en sus años decisivos. Su retorno encontró un Biguá con posibilidades, con latencia de jovencitos listos para ir tomando minutos y los dirigentes dispuestos a trabajar en conjunto con la mentalidad de antes, la de siempre, la lógica, la sabia, la paciente. Pero inteligente. Mirando a todos lados y esperando la época de pases con criterio ajedrecístico. Sin protagonismos dirigenciales y desde la discreción. la adquisición del Gallego Alvarez primero y después del profe Santiago Alfaro, un interpretador perfecto de la vertiente de desarrollo físico que en Argentina representó en los 90 el Profesor Anselmi en B. Aires y el Profesor Darío Cappa en Rosario. 
Como todo en nuestro lento país, finalmente llegaban los trabajos con ejercicios derivados del levantamiento de pesas, los baños de hielo, el tipo de trabajo que logran la potencia requerida por este deporte. Aquellos conceptos que el Profe Espasandín había traído más de 20 años atrás desde las escuelas de talento soviéticas, ahora al servicio de un proyecto deportivo con jóvenes dispuestos a trabajar efectivamente en el Alto Rendimiento Deportivo. Y el broche de oro fue el éxito final, ahí también ligaron, de la contratación de Nestor García, cuando en realidad habían ido por Narvarte. El Che es ideal para equipos con figuras. No siempre ha ganado con esos equipos pero sí seguramente les gana la cabeza y logra que todos trabajen a la par y en buen clima. Además del buen entrenador que es Néstor, es un especialista en el respeto de los grandes jugadores, que a su vez lo respetan a él y siempre, en lo que yo sé, han terminado muy bien la relación técnico-jugador a pesar de los resultados y más allá de ellos. 
Pero esto sí que son buenos resultados: campeón de América, bi-campeón de la Liga Uruguaya, finalista de la Liga de las Américas, con jugadores de Biguá más un norteamericano que repite en el Club y un ex-NBA medalla de oro olímpico. 
Pienso para escribir esta última frase y me distraigo frente a la máquina porque me parece ver a un loco que sigue festejando.  Ya sé que no puede ser pero por un instante me pareció que por el corredor venía  otra vez el Tito Colom. Hasta me pareció que se abrazaba con Abeal...                  

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