Hace pocos días se cumplió un año de la desaparición de uno de tantos jugadores emblemático de nuestra ciudad de Salto. Sin embargo, por su personalidad, por sus logros y, fundamentalmente por los logros colectivos que sustentó en cada lugar donde estuvo, incluyendo la Selección Nacional de nuestro país, no es uno de tantos. Es especial, además por el "ruido" que hacía en cada aparición suya, una vez que abandonó la práctica del básquetbol. Es un deportista que fue conocido como exitoso y que forjó la mentalidad de otros muchos, en todos los sentidos pero más que nada en su mentalidad ganadora. Hijo del trabajo, a pesar de su fama de dandy, era sabedor de que para progresar hay que entrenar. Ahora muchos recuerdan más sus dotes de personalidad fuera de las canchas, pero en aquellas épocas fue muchas veces juzgado por ellas, olvidando que dentro de un equipo era más exigente que el propio entrenador y que supo pasar por todas las exigencias del trabajo colectivo agregando en lo individual mucho esfuerzo sumado, autoexigiéndose como nadie de quienes puedan haber sido sus contemporáneos lo hacía en su momento.
Hay muchos Chumbos para recordar, el gracioso, el ocurrente, el sarcástico, el muchas veces hiriente con sus comentarios precisos, el entrenador exigente en sus últimos tiempos. Pero este es un blog de básquetbol y en él preferimos recordar al gran jugador, fruto de un largo esfuerzo para construirse a sí mismo, como muchos otros jugadores podrían replicar en el futuro y a su imagen. Ahí Salto tiene un jugador en la Lega Italiana, Nicolás Mazzarino, fiel representante de la filosofía y ética de trabajo que le inculcó quien fuera su primer entrenador y sabio "colocador" en Montevideo a través de sus amigos de Hebraica Macabi. Nicolás no tiene el talento impresionante que tenía el Chumbo, y él lo sabe perfectamente. Entonces aprovechó su experiencia inicial con tamaño ejemplo y se prendió de su contracción al trabajo. Y con ello construyó una carrera que lo tiene al tope de la competición mundial, hace años largos como el único uruguayo que lo logra. Podemos hablar de muchos otros, incluso salteños como Miguel Medina, llevado de la mano a su Macabi de aquél entonces y luego sobreexigido hasta que el "Huevo" llegara a ser figura clave en la final ganada la década del 1970. Preferimos recordar a ese Chumbo, al goleador, al ganador incluso en las relaciones personales; los que estuvieron junto a él no lo olvidan y el ejemplo que tenemos aquí en PASALA es la vivencia de un amigo muy cercano como Nelson Iglesia, su compañero como base en aquél "su" Peñarol de la década del 80. Un hombre serio el "Gitano" que mantiene su admiración por el fenómeno salteño aún hoy en las conversaciones de básquetbol. Hace un año escribíamos así en nuestra/su despedida: http://javasket.blogspot.com/2009/03/se-fue-un-grande.html
Preferimos revivir al gran rebotero que fue Omar, el obsesivo con el entrenamiento que le hacía ser prácticamente infalible desde la línea del personal, principalmente si era en momentos decisivos de un partido. A ese trabajador incansable que, una vez terminado el partido o los entrenamientos, mentía la imagen de un "vago" y "bon vivant". Nadie le regaló nada. Vivió como un ganador y esa es la imagen que elegimos para recordarlo. A su familia el saludo en este recordatorio y para nosotros la tranquilidad de saber que la pelota la tiene él. No erra.
1 comentario:
Un grande el CHUMBO. Lo recuerdo defendiendo a mi querido Sporting. Ganador nato imborrable
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